Antes de ese día de febrero que recuerdo con tanta amargura y tanto dolor, Lescún para mí no existía. Cuando iba llegando con Pedro por esa carretera estrecha, flanqueados por montañas inmensas, no sabía si maravillarme por ese paisaje tan espectacular o maldecirlo por haberme quitado a mis amigos.
Ese sentimiento ambivalente duró poco. Lescún me gusta. Allí estáis vosotros; ese rinconcito que le hemos cogido prestado a la naturaleza no podía ser más bonito. Allí vive Tití, nuestro fiel amigo de la Aquitania francesa. Siempre que vamos, él nos espera y nos acoge.
En todo momento es emotivo ir a Lescún, ver a Tití, dar un paseo, visitar los arbolitos, hablar un rato con vosotros, recordaros…
Para Reyes les llevamos un regalito que les hizo David. Yo creo que ahora el rincón luce todavía más. En las fotos, que son de Tití, lo podéis ver.
Ese sentimiento ambivalente duró poco. Lescún me gusta. Allí estáis vosotros; ese rinconcito que le hemos cogido prestado a la naturaleza no podía ser más bonito. Allí vive Tití, nuestro fiel amigo de la Aquitania francesa. Siempre que vamos, él nos espera y nos acoge.
En todo momento es emotivo ir a Lescún, ver a Tití, dar un paseo, visitar los arbolitos, hablar un rato con vosotros, recordaros…
Para Reyes les llevamos un regalito que les hizo David. Yo creo que ahora el rincón luce todavía más. En las fotos, que son de Tití, lo podéis ver.
