En tu compañía siempre daban ganas de sonreír, de estar contento, todo era buen rollo. Imagino que llegaste a este mundo ya sonriendo, seguro que casi ni lloraste y que una amplia sonrisa ya iluminaba tu rostro. Llegaste ya en compañía, la de tu hermano inseparable desde entonces y para toda la vida.
Y así te has ido también: en compañía, de aquel amigo que desde la infancia lo ha compartido todo contigo. Intentando alcanzar el cielo, con esa sonrisa infinita y unos ojos llenos de bondad. Y es que en tu compañía sólo se puede sonreír. Te llevo conmigo.
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